Si bien cada proceso de duelo es único, existe una teoría desarrollada por diferentes psicólogos y terapeutas en la que se contempla 5 etapas por las que se transita para sanar la pérdida de un ser querido: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
Estas etapas no se suceden necesariamente en el orden descrito, ni todas son experimentadas por todas las personas.
El proceso de duelo es personal, se debe respetar el ritmo de cada persona sin acelerar ni alargar el proceso.
Es bueno ser consciente de que las etapas van a ser dejadas atrás y que el estado final de aceptación va a llegar.
En el acompañamiento en el duelo se trabaja en la realización de una serie de pasos que permitan resolver todos los temas pendientes que existen con la persona que se ha ido.
El objetivo del proceso de duelo es elaborar la pérdida a través de las diferentes fases.
1. Etapa de Negación
La primera etapa es de incredulidad, vacío y dolor insoportable. Puede durar varios días, incluso semanas. ¡No puede ser!, ¡esto no me puede estar pasando, no a mí! suele decirse.
Es un estado de no ser, no sentir, no pensar. Como si se tratara de una película en la que no podemos taparnos los oídos ni cerrar los ojos. Los acontecimientos se viven de forma difuminada.
Esta fase es una defensa temporal para proteger a la persona. Gracias a esta fase se amortigua la intensidad de los sentimientos e impide que nos demos cuenta del significado total de la pérdida, hasta que estemos preparados para hacerlo.
2. Etapa de Ira
Podemos encontrarnos con diferentes maneras de expresar esta emoción, hay personas que allí donde ponen el foco ven ira, enfado, allí dónde depositan la mirada encuentran un motivo para enfadarse.
Otra forma de expresión es cuándo la persona se acoge a pequeños detalles sin demasiada importancia, se enfada con cosas pequeñas de manera desproporcionada. Y es que esta emoción como cualquier otra necesita ser expresada.
3. Etapa de Negociación
En esta etapa se busca un descanso temporal para negociar la pérdida del ser querido. Este mecanismo de defensa de protección no suele perdurar en el tiempo y puede conducir al remordimiento y la culpa.
Se puede experimentar un fuerte deseo de retroceder en el tiempo para poder así actuar a tiempo ante la enfermedad o tal vez evitar un accidente, etc…
Fantaseamos con otra realidad, la frase seria ¿Qué hubiera sucedido si…? Suele ser la fase más breve ya que se trata del último esfuerzo para encontrar alivio al dolor.
4. Etapa de Tristeza
En esta etapa comienza un principio de aceptación. La persona ya es capaz de escuchar lo que servirá para aliviar el dolor.
En esta fase pueden coexistir otros sentimientos como ansiedad, miedo y culpabilidad además de la tristeza.
La tristeza es la emoción asociada a la pérdida, por lo que en todo duelo habrá un espacio para ella.
5. Etapa de Aceptación
Esta última fase conlleva el proceso de aceptación, procediendo a transformar la pérdida. El vacío comienza a llenarse con vida y estamos dispuestos a dejar de sufrir.
En esta fase, podemos redescubrir el valor de los pequeños placeres. Este es un paso importante, ya que significa la superación de la culpabilidad. Este aspecto nos llevará a establecer contacto de nuevo, con la abundancia de la vida.
Es quizás también el momento de ayudar a otr@s en procesos de duelo que nosotros hemos superado. Algo que incluso puede llenar nuestra vida de significado existencial.
Todos estos pasos nos llevan de una forma natural al más importante de los pasos: analizar lo que nos ha ocurrido y conseguir ver el lado evolutivo de la experiencia.
El crecimiento y maduración en esta etapa como oportunidad de buscar el significado del dolor vivido y encontrar sentido a lo ocurrido.
¿Qué síntomas hay en un proceso de duelo?
En algunos procesos de duelo, una vez aceptada la muerte, el dolor comienza a recobrar un primer plano.
- Insomnio, agotamiento, desamparo, soledad, pérdida de apetito.
- Ira: Es bueno trabajar la ira a través de la expresión oral.
- Falta de concentración: se oye sin escuchar, se mira sin ver. Se experimenta una dispersión total.
- Emociones desbordadas: Una suma de desesperación y desequilibrio. Aparición de emociones intensas como odio, ira, tristeza, rechazo, desesperación, amargura.
- Recuerdos persistentes sobre la persona querida.
- Depresión: La depresión emocional comporta además apatía, aislamiento, falta de confianza, falta de energía, dificultad y falta de fuerza para llevar a cabo las tareas de cada día.
- Culpa: Se suele revivir todos los momentos que podría haber hecho de forma diferente: ¿por qué no lo hice?, ¿por qué hice?
- Abandono: sentirse abandonados por la persona que se ha ido es muy normal. Los niños son especialmente vulnerables a este sentimiento y como todos tenemos en cierto nivel interno a ese niño interior, puede que pasemos por esta sensación.
- Miedo: los miedos pueden verse aumentados durante el periodo de duelo. Miedo a sufrir más pérdidas, miedo a la soledad, al porvenir, a la incapacidad para seguir adelante, a olvidarse de la persona que se ha ido… Estos miedos desaparecen a medida que se va aceptando la pérdida.
- Altibajos: cuando empecemos a recuperarnos, pueden originarse sentimientos y pensamientos totalmente contradictorios. Las ganas de hacer o no hacer, los deseos, las actuaciones, serán cambiantes.
Hay muchas veces una lucha interna entre salir del bloqueo emocional y seguir adelante y, por otro lado, la necesidad de no perder contacto con la persona que se ha ido, aunque sólo sea a través del dolor.
¿Cuándo debería buscar ayuda?
Ya sabemos que podemos atravesar parte o todas las etapas descritas anteriormente.
Sin embargo, en el caso de que tengas algunos de los siguientes síntomas sería recomendable buscar ayuda profesional:
- Falta de reacción, haciendo como si nada hubiese, no manifestando ninguna emoción.
- Gran culpabilidad provocada por lo que hiciste o dejaste de hacer en el momento de la pérdida.
- Sufrimiento extremo y persistente.
- Dejarse llevar por alguna adicción.
- Aislamiento, no quieres ver a nadie de forma continuada.
- Agresividad con respecto a las personas que te rodean.
- No te concentras para hacer las rutinas de la vida cotidiana.
- No te motiva nada de las que antes hacías.
- Deseos de morir o haber muerto con el ser querido.
¿Es el duelo necesario?
El duelo es un proceso liberador. Nos posibilita adaptarnos a la nueva realidad en la que esa persona ya no está.
Si podemos transitar por las fases, abriéndonos a lo que hay en esos momentos, si encontramos la comprensión y la compasión que necesitamos, entonces sentiremos que somos capaces de recuperar la persona que antes fuimos, sumándole la experiencia de evolución personal que conllevan las pérdidas.